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em REPOSITORIO DIGITAL IMARPE - INSTITUTO DEL MAR DEL PERÚ, Peru


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El "Niño del siglo" 1982-83, debido a sus peculiaridades inesperadas, sorprendió fuertemente a la comunidad científica. Como consecuencia, incluso en las ciencias biológicas marinas, donde los efectos fueron drásticos y a menudo obvios, en general se colectó menos información de lo que hubiera sido posible y deseable. De este panorama hay algunas excepciones, principalmente en lo referente al estudio de las comunidades bénticas y costeras. La reciente información acumulada en estos campos forma la base para una evaluación crítica del avance científico durante y después del fenómeno. Al mismo tiempo permite la ubicación de problemas y la formulación de proyectos de investigación para el futuro. Si bien es evidente que en este momento ya disponemos de una visión más clara de los efectos inmediatos, sean positivos o negativos, de un fenómeno extraordinariamente fuerte, la incertidumbre ante un nuevo El Niño mucho más tenue en 1986-87, nos dió una lección que hay que evaluar. Por otro lado, se ha avanzado muy poco en el estudio de los mecanismos que desencadenan elevadas mortandades de algunas especies y la proliferación inusual de otras. Sin embargo, ya tenemos alguna visión más integral sobre el efecto latitudinal, la gradiente vertical, los efectos previos a la llegada de las ondas Kelvin, los efectos post-Niño y los efectos de largo plazo. No obstante, hasta el momento, sólo podemos hipotetizar tanto sobre la historia evolutiva de El Niño, como sobre su significancia para el origen de las comunidades marinas del presente. Las investigaciones futuras deben tener un enfoque multidisciplinario, sin descuidar los aspectos básicos. Esto debería implicar: un mayor esfuerzo de las universidades a lo largo del litoral pacífico; investigaciones más continuadas; trabajos experimentales comparativos en diferentes lugares, a fin de saber más sobre los mecanismos involucrados; una mayor cooperación entre los científicos que trabajan en comunidades y problemas semejantes de las diversas latitudes; y un mayor intercambio de información entre los investigadores de comunidades actuales, paleontólogos, sedimentólogos y arqueólogos. Se concluye que sin duda hemos aprendido algo durante El Niño 1982-83; sin embargo, estaríamos aprovechando muy poco si no aceptamos nuestro reto de continuar profundizando estas investigaciones.